sábado, 13 de octubre de 2012

MUNICH

Como veis, hace unos dias que no escribo nada, con el jaleo de las fiestas, etc... no ha sido posible parar delante del teclado ni un segundo.

A finales del mes de septiembre, estuve con mis amigos y compañeros de profesión-pasión, Antonio Berdún y Pepe Ginés, en Munich, en la IBA, la feria de panadería y pasteleria más importante de Europa y, posiblemente, del mundo.

La verdad es que el viaje mereció la pena, porque, además de ver la feria, que fue impresionante, aprovechamos el tiempo para ver establecimientos relacionados con nuestro sector, y, por supuesto, para hacer algo de turismo bávaro (que no bárbaro...).

Llegamos a Munich desde Madrid el miércoles por la mañana. Lo primero que nos sorprendió al llegar a la ciudad (gracias al operario de los transportes públicos del aeropuerto) fue que no hay edificios altos y que, pese a ser una ciudad muy dinámica, con tres ferias internacionales celebrándose al mismo tiempo y que estaba a punto de empezar la Oktoberfest, no hay ruido. Llegas de Madrid y sus tropecientosmil decibelios y cuando sales a Munich, parece que estás en el campo....

Tras dejar las maletas en el hotel, sencillo pero confortable, nos fuimos directamente al centro de la ciudad. Tengo que decir, que los transportes públicos de Munich funcionan a la perfección. No sé si es porque ponen unas elevadas multas, o porque los alemanes tienen un sentido distinto de la responsabilidad que nosotros, pero allí no existen los tornos de entrada al metro. Todo el mundo paga.

Vista nocturna del nuevo Ayuntamiento.
El caso que es que llegamos al centro, en MarianenPlatz y nos encontramos de frente con el impresionante ayuntamiento nuevo, de estilo neogótico y que preside una plaza peatonal, cerca de la catedral donde se puede saborear la actividad cultural, gastronómica y social de la ciudad.

Estuvimos dando unas vueltas por el centro y, como ya era hora, nos dispusimos a buscar un sitio para comer.
Siguiendo las indicaciones de mi cuñado, nos fuimos a una de las cervecerías más típicas de la ciudad, el Weisses Brauhaus, uno de los mejores locales de la ciudad donde se puede degustar platos típicamente bávaros regados con las fabulosas cervezas que ellos mismos elaboran.

Por supuesto, aunque no es de las más grandes, tiene varios comedores y las típicas mesas corridas donde te sientas al lado de gente que no conoces y donde te sirven unas señoras capaces de llevar 10 jarras de cerveza de litro sin derramar una sola gota.

Otra curiosidad de los restaurantes alemanes es que, al igual que en casi todos los paises de centroeuropa es que, mientras el local está abierto, la cocina funciona. No hay un horario tan riguroso como en España, y te puedes encontrar que tú estás comiendo a las cinco y a tu lado hay gente que ya está cenando.

Después de una "frugal" comida, seguimos haciendo turismo y enamorándonos cada vez más de esta impresionante ciudad. Calles totalmente limpias y edificios perfectamente restaurados. Casualmente, esa tarde jugaba el Valencia con el Bayer de Munich, así que nos fuimos a ver si podíamos ir a verlo. Misión imposible, todas las entradas agotadas. Pero nos llamó la atención que todo el mundo, incluso las abuelas, el día que hay partido llevan algo relacionado con el equipo: camisetas, bufandas, lo que sea.... y que el que más camisetas vende es Javi Martinez...

Ambientazo y cervezas para todo el mundo.

Por la tarde noche, y antes de retirarnos, fuimos a cenar a otro establecimiento emblemático de Munich, el Hofbraukeller, según tenemos entendido, la cervecería más grande del mundo. ¡Aquello era el paraiso del cervecero! Un local enorme, con varios comedores y donde se pueden sentar a la vez 5000 personas!!!!!
Por supuesto, con su propia banda de música en el centro del comedor.

La puerta del establecimiento es como una entrada metro, gente y gente entrando y saliendo. Pero eso si, no hay nada de retraso a la hora de servirte. Me gustaría saber cuánta gente hay allí trabajando....


Seguimos probando los platos típicos de Baviera, y, nos nos podíamos ir de allí sin probar el famoso codillo, acompañado de su guarnición y de unas ricas cervezas.
Codillo


Corteza crujiente y la carne extra-jugosa por dentro, acompañado de una buena ensalada de col y una especie de puré de patata un poco gomoso. ¡Estaba delicioso!






Para rematar la tarde, nos tomamos unas "cañas" en el jardín del restaurante y ya nos fuimos al hotel, puesto que al dia siguiente nos esperaba una dura jornada de feria.

Antonio tomando unas "cañas"



 Pero la feria os la contaré en el siguiente post.

Auf Wiedersehen